"Surgió del Fondo del mar" de Robert Gordon


La Columbia nos presenta una pieza de ciencia-ficción (mas ficción que ciencia) donde un pulpo gigantesco causa el terror en las calles de San Francisco. Una serie B ambiciosa de los años 50 que se deja ver (aunque sea solo por ver el trabajo de Harryhausen y su técnica de stop-motion con la que da vida al monstruo de ocho patas).

El submarino más avanzado del momento entra en el océano Pacifico en su viaje inaugural y es perseguido y alcanzado por un objeto no identificado por el radar. Los restos que quedan atrapados en las hélices después de conseguir salir de tal inexplicable situación es ni más, ni menos que materia viva de un ser radioactivo muy similar a un pulpo, que debido a dichas exposiciones de radiación ve alterada su conducta y sustituye su dieta marina por la de seres humanos. La Marina de los EEUU junto con los dos científicos más destacados del mundo en esta rama intentan dar caza y destruir al monstruo antes de que él lo haga con ellos.

Robert Gordon dirige esta película en mitad de una oleada de cine radioactivo y monstruos destructores de la humanidad como fue la década de los 50. Dirección correcta introduciendo imágenes de archivo e incrustando el plasma de la criatura de Harryhausen en la acción y generando tensión infantiloide en un guion irrisorio por momentos de Hal Smith y George Worthing Yates, los cuales no solo se centran en la catástrofe, sino que intentan captar la atención de un público femenino gracias al personaje de Faith Domergue. La fotografía en blanco y negro es nítida pero carente de imágenes para el recuerdo.

El reparto lo encabezan Kenneth Tobey en la piel del comandante al mando, que intenta atrapar por igual tanto al monstruo como a la chica. Sobreactuado y ridículo en ocasiones. A la sensual y arrebatadora Doctora la interpreta Faith Domergue, que consigue eclipsar al monstruo en gran parte del metraje. Domergue da vida a un personaje femenino que defiende ideales feministas y los contrapone con los machismos de la sociedad, en especial los del comandante. Se mueve de maravilla en un triángulo amoroso poco profundizado por el guion entre Tobey y un correcto Donald Curtis que hace de colega científico y cómplice de los celos del comandante enamorado.
A recordar esa frase conquistadora de Tobey a Domergue en la cena de despedida para convencerla de que salga a bailar: “¿Te gusta la langosta? ¿A la plancha? ¿Con ajo y perejil?” o el Golden Gate siendo destrozado por el monstruo.

No deja de ser una más de este subgénero, pero entretiene más que la mayoría. Los planos del pulpo gigante es un aliciente para su proyección.


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