“Martin” de George A. Romero



  Nos encontramos con una cinta atípica en la filmografïa de Romero. Su particular visión del mundo vampirico. Original obra que utiliza como escusa el mito del vampiro para contarnos un drama psicológico y de paso criticar a la raza humana y sus costumbres religiosas y prejuicios derivados de ellas.

   La historia se centra en un joven que cree ser un vampiro de 84 años a pesar de que le puede dar la luz solar y no le afectan ni los ajos ni los crucifijos. Al quedarse solo viaja a casa de su tío, un viejo religioso que cree que su sobrino es victima de una maldición familiar que lo ha convertido en un autentico vampiro a la antigua usanza. La inadaptabilidad social sumada al marginamiento de su tío, Martin se apoya en un programa de radio para contar su historia. Mientras todo esto ocurre, el joven protagonista va matando para calmar su sed de sangre y lo hace armado con jeringuillas para sedar a sus victimas y cuchillas que harán brotar la sangre que beberá después.

   Romero juega con el espectador en un guion escrito por el mismo, nos hace creer que el protagonista es un vampiro atípico, para después sembrarnos la duda de si es un trastorno mental y adopta una personalidad que lo margina y le hace cometer actos atroces contra los demás. Pone al mismo nivel a los humanos y a los seres sobrenaturales que nos atormentan durante siglos. Nos hace debatirnos entre la maldad real y la ficticia y los mezcla de tal manera que los confunde y nos hace un planteamiento interesante, ¿el hombre es el verdadero monstruo? Las creencias sobre cualquier “ser” no son otra cosa que producto de nuestra mente, son tan reales como nosotros queramos que sean y por lo tanto el verdadero monstruo es el propio ser humano. Crítica feroz a la religión en general y toda clase de creencias tanto divinas como demoníacas.

   Una producción con un presupuesto bajo que lo utiliza bastante bien y que impregna a la cinta de una atmósfera fea y rancia de la que sacan partido tanto la historia como los personajes. Destaca también la colaboración de Tom Savini por primera vez con Romero haciendo éste un trabajo muy discreto. El juego con las imágenes en blanco y negro es genial, hace que el espectador dude si son flash-back o fragmentos de la mente del joven Martin.

   John Amplas es el encargado de dar vida al protagonista, personaje que expresa mas sin dialogo que con él, que se echa el peso de la cinta y la mueve a su antojo. El joven y novato Amplas lo hace de maravilla, como anillo al dedo. El otro punto fuerte del reparto es Lincoln Maazel que interpreta al tío religioso y supersticioso que lejos de ayudar a su sobrino lo hunde mas si cabe en su introvertida existencia. El resto del reparto pasa por la cámara enfundándose a personajes que complementan la función sin mayor interés que el utilizado por el personaje principal.


   A recordar ese ataque a la pareja de infieles, jeringuilla en boca, que ya quisieran muchos directores haberla rodado en algunas de sus películas.

   Una cult-movie que no deberías perderte. La película que mas le gusto rodar a Romero y la mejor película de vampiros para otro director, Guillermo del Toro.

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