Impresionante relato de las consecuencias de la mentira y las crueldades de una niña que provoca un derrumbe vital en las vidas de los que la rodean. Otra obra maesta del genio Wyler, que refleja perfectamente las limitaciones de una sociedad obtusa en materia de libertades sentimentales. Desgraciadamente encerrada entre épocas de censura (de antes) y épocas de libertinaje (de ahora).
Dos amigas de la infancia, unidas e inseparables, montan una escuela para niñas. Una odiosa alumna inventa una historia de amor entre las dos profesoras. Las mentiras de la pequeña son pura dinamita para una sociedad rancia y con prejuicios, llegando al hundimiento de sus vidas laborales y privadas. Con un novio prometido que duda de ellas a pesar de su apoyo inicial y unos vecinos que las miran con desprecio, la vida se convierte en un camino cuesta arriba con precipicio al final.
Un guion bien planteado, basado en un libro de Lillian Hellman que trata la homoxesualidad clandestina y los prejuicios de las gentes que juzgan sin empatía y conciencia. Una caza de brujas de lo moral por la misma inmoralidad. Un retrato de lo frágil que puede llegar a ser la consideración de un entorno que te respeta. La mentira como arma de la maldad infantil fruto de rencores en pro de su educación. De como una mente puede aceptar la presión de la sociedad e instalarse en tu cabeza haciendo verdad una mentira machacada.
Preciosa forma de rodar, cada plano es una joya, cada personaje es un alma vagando por la escena, deslizándose por el plano hasta encontrar su sitio. Delicado y sutil, cada detalle y matiz es llenado de magia y talento. La tensión va creciendo hasta puntos tan dramáticos que el espectador engulle el metraje sin apenas darse cuenta. Una fotografía maravillosa que inmortaliza siluetas y acompañan un dramatismo que se escapa del plano. La música engancha y hace bailar la cámara y te invita a que lo hagas con ella.
Soberbias interpretaciones de todo el reparto, desde las protagonistas hasta la mas secundaria de las niñas. Audrey Hepburn esta genial en su papel de joven prometida y ansiosa por casarse, retenida en esa escuela que fundo con su amiga y que retrasa su marcha por ofrecerle su ayuda a levantar el negocio. Shirley MacLeine impresinante en el rol de de amiga celosa por la inminente marcha de la primera y con el peso de la escuela y una tia insoportable que interpreta de maravilla Miriam Hopkins. Grande es también la actuación de Fay Bainter dando vida a esa abuela que da crédito a las calumnias de su nieta. Si todos los demás están es un grado interpretativo genial, Karel Balkin esta a la altura haciendo de un personaje que encajaría en una película de terror y profecías y que le llevo a estar nominada al oscar.
A recordar esa escena en casa de la abuela por intentar destapar las mentiras de la niña (Impresionante escena rodadada magistralmente) y la conversación entre Hepburn y MacLeine hacia el final de la película.
Una puerta que se cierra y una cámara que espia, el beso de dos enamorados se detiene, se miran y giran la cabeza en una danza de cuellos para asegurar su intimidad y rematar con otro beso. Wyler tiene clase, Wyler es cine.
Dos amigas de la infancia, unidas e inseparables, montan una escuela para niñas. Una odiosa alumna inventa una historia de amor entre las dos profesoras. Las mentiras de la pequeña son pura dinamita para una sociedad rancia y con prejuicios, llegando al hundimiento de sus vidas laborales y privadas. Con un novio prometido que duda de ellas a pesar de su apoyo inicial y unos vecinos que las miran con desprecio, la vida se convierte en un camino cuesta arriba con precipicio al final.
Un guion bien planteado, basado en un libro de Lillian Hellman que trata la homoxesualidad clandestina y los prejuicios de las gentes que juzgan sin empatía y conciencia. Una caza de brujas de lo moral por la misma inmoralidad. Un retrato de lo frágil que puede llegar a ser la consideración de un entorno que te respeta. La mentira como arma de la maldad infantil fruto de rencores en pro de su educación. De como una mente puede aceptar la presión de la sociedad e instalarse en tu cabeza haciendo verdad una mentira machacada.
Preciosa forma de rodar, cada plano es una joya, cada personaje es un alma vagando por la escena, deslizándose por el plano hasta encontrar su sitio. Delicado y sutil, cada detalle y matiz es llenado de magia y talento. La tensión va creciendo hasta puntos tan dramáticos que el espectador engulle el metraje sin apenas darse cuenta. Una fotografía maravillosa que inmortaliza siluetas y acompañan un dramatismo que se escapa del plano. La música engancha y hace bailar la cámara y te invita a que lo hagas con ella.
Soberbias interpretaciones de todo el reparto, desde las protagonistas hasta la mas secundaria de las niñas. Audrey Hepburn esta genial en su papel de joven prometida y ansiosa por casarse, retenida en esa escuela que fundo con su amiga y que retrasa su marcha por ofrecerle su ayuda a levantar el negocio. Shirley MacLeine impresinante en el rol de de amiga celosa por la inminente marcha de la primera y con el peso de la escuela y una tia insoportable que interpreta de maravilla Miriam Hopkins. Grande es también la actuación de Fay Bainter dando vida a esa abuela que da crédito a las calumnias de su nieta. Si todos los demás están es un grado interpretativo genial, Karel Balkin esta a la altura haciendo de un personaje que encajaría en una película de terror y profecías y que le llevo a estar nominada al oscar.
A recordar esa escena en casa de la abuela por intentar destapar las mentiras de la niña (Impresionante escena rodadada magistralmente) y la conversación entre Hepburn y MacLeine hacia el final de la película.
Una puerta que se cierra y una cámara que espia, el beso de dos enamorados se detiene, se miran y giran la cabeza en una danza de cuellos para asegurar su intimidad y rematar con otro beso. Wyler tiene clase, Wyler es cine.
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