Nos encontramos con una película de propaganda belicista y de guion simple que pretende entretener.
Un grupo de aspirantes a agentes secretos en Norteamérica es adiestrado por un hombre ejemplar, duro y valiente como el solo. Uno de ellos es un espiá alemán infiltrado que dará mas juego a la cinta. Una vez adiestrados se les encomienda una misión contra las fuerzas de la Gestapo en suelo francés que planea lanzar misiles desde una base secreta dirección al Reino Unido.
Hathaway nos muestra un cine de entretenimiento vacío y sin alma. Una historia de héroes con conflictos existenciales mal llevados y expuestos, relegados a un rincón tan alejado que las pretensiones de aventura los pisotean. La trama pretende ser compleja e idealista, pero consigue ser absurda, simple y sin calidad, tanto interpretativa como narrativamente hablando.
Personajes de baratillo en una misión ridiculizada por todo el entorno artístico y técnico. James Cagney hace la peor de sus interpretaciones dando vida a ese instructor rudo y sin ápices de flaqueza que da su vida por su patria. No es creíble ni su forma de actuar ni sus condiciones físicas encarnando a su personaje, bajito, barrigón y torpe en las escenas de acción, en general Cagney sobreactua de una manera desmesurada y vergonzosa. Annabella no se queda atrás e interpreta a su personaje aun peor que el anterior, falta de talento y yo creo que hasta de ganas. Todo el reparto, en definitiva, esta espantoso, quizá me atreva a decir que Richard Conte se salva, pero depende de la escena que me venga a la cabeza.
El guion es malo y la fotografía en blanco y negro es simplona y sin atractivo. La música quiere dar la emoción y el énfasis que intenta el resto, pero no llega para eso y se hunde gracias al peso de lo demás.
A recordar que todo el cine clásico no es bueno. Olvidables todas y cada una de las escenas de acción en las que aparece Cagney, pero sin duda, la peor de las escenas es la de la noticia de la muerte del marido de Annabella, espantosamente interpretada y rodada.
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